El tiempo
¿Qué es el tiempo? ¿Dónde comienza? ¿Dónde termina? ¿Cómo se mide?
Desde que el hombre tomó conciencia acerca de sí y de aquello que lo rodeaba se ha preguntado por el tema del tiempo, y es así que cada cultura y cada época han tenido su propia concepción del mismo. A su vez, esta preocupación ha sido tomada por distintas disciplinas: la filosofía, la literatura o la física. De esta manera, cada una ha tratado de responder a la inquietud acerca de la duración del tiempo, su medición, su concepción (relativa/absoluta), etcétera.
En ese sentido, el tiempo para la literatura es fundante de sus propios materiales; en particular de los textos narrativos. Así, tanto sea en la ficción como en otros textos literarios, como el ensayo o la crónica, la forma de organizar el relato desde el punto de vista temporal subraya la particularidad de cada cuento o de cada novela. Por otro lado, se pueden reconocer en los distintos escritos narrativos distintas concepciones del tiempo.
En el caso del cuento –tomemos el ejemplo de Edgar Allan Poe–, la idea del tiempo es más bien lineal; los acontecimientos suceden uno tras otro, generalmente dentro de un racconto o recuerdo del narrador (como en “El gato negro”). Distinto es el caso de Julio Cortázar, en particular los cuentos de Bestiario, Final del juego o Las armas secretas; en los cuales muchas veces las acciones suceden en tiempos simultáneos (por ejemplo en “Lejana”, de Bestiario) o paralelos (“Las babas del diablo”, de Las armas secretas). Algo similar sucede con las novelas. Las clásicas, como Madame Bovary, de Gustave Flaubert, presentan la vida de una mujer desde su casamiento hasta su muerte. En cambio, Luz de agosto, de William Faulkner, o Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, nos proponen un relato complejo en términos de organización temporal, con idas y vueltas sobre la línea temporal.
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